El anuncio comenzaba con un amanecer en el campo. Lo bucólico de la escena inicial desaparecía súbitamente con el gesto torcido de la protagonista al comprobar el intenso olor a estiércol que, según la letra de la canción, flotaba en el ambiente. Y no era la única pega que el spot encontraba al hecho de vivir en un entorno campestre: madrugar, los callos y sabañones derivados de las sacrificadas labores del campo, atender a los animalillos («bichejos traicioneros», según la canción)… En definitiva, la vida en el campo, no era ninguna bicoca.